A new study highlights a terrifying statistic

Over the next decade, a stunning two out of three jobs produced in the United States will come in the form of low-wage work. Already, the middle-class has shrunk considerably in the last 30 years. The Great Recession furthered the decline and now forces people to scramble for any kind of work. This is exactly what happened to Amie Crawford. She now works a part-time minimum wage job. As a result she joined the Fight for 15.

The growth of low-wage work will heavily impact the children of these workers as “one out of every five children ages 12 to 17 currently live in a low-income family.”

A study, primarily done by Lisa Dodson at Boston College and Randy Albelda at the University of Massachusetts, reveals the negative consequences faced by the children of low-wage workers.

Low-wage work prevents parents from participating in their children’s development. Many low-income parents face longer hours, unusual hours, inflexible schedules, and lack benefits such as paid sick days, paid medical and parental lave, and vacation. This prevents them from providing the same attention and care to their children as higher income parents — often forcing a choice between their family and their income. They’re often less able to involve themselves in their child’s schooling, or to even ensure the child regularly attends class and completes homework. The kinds of jobs to which low-income parents are constrained are even associated with higher levels of depression, which of course effects the emotional health of the family as a whole.

Children of low-wage parents are often forced into the labor market early themselves. Bringing in enough money for the family to make ends meet can often force low-income youth themselves into the labor market prematurely, which can damage their socialization, development, and schoolwork. While studies of the effect of work on youth is mixed — with some positive results in terms of experience, literacy, and positive social influences — multiple investigations have also found a negative correlation between how much young people work at a job and how well they perform in high school. In one investigation of teens who dropped out of high school, 29 percent cited family concerns as a reason for leaving. The damands placed on low-wage parents can force their children into roles caring for other family members at a young age, or to take care of themselves.

Children of low-wage parents are more likely to face educational difficulties. Low-income youth are three times more likely to drop out of high school than middle-class youth, and six times as likely as young people from high-income families. Less than half of low-income youth between the ages of 18 and 24 remain consistently involved in school or connected to the labor market. As for higher education, a 2010 paper found that three quarters of students listed their family as :their top source for college support” and “the place they turn most for help” — precisely the kind of support low-wage work can prevent a parent from providing.

These trade-offs can trap parents in economic or familial hardship.Often times, advancing out of low-wage jobs requires an employee to take on longer or more or unusual hours — something parents are less able to do. Thus a feedback loop begins in which low-wage parents must sacrifice the developmental needs of their children to raise the family’s standard of living, or in which parents refused offers of higher-paying jobs precisely because they do not want to leave their children without the attention they need.

Children of low-wage parents are more at risk for health problems.Children of low-income parents are more likely to suffer from obesity, and female teenagers in low-income families are more likely to become pregnant, again largely because of how the demands of low-wage work can hamper parental involvement in their children’s lives.

A living wage and dignity at work would help alleviate many of these problems. The societal impact would be tremendous. More disposable income in the household. Better access to health care. More family time.

It is why workers in the loop and along the Magnificent Mile Fight for 15.

Espanol

En la próxima década dos de cada tres trabajos generados en los Estados Unidos serán trabajos de salarios
bajos. En los últimos 30 años la clase media ha disminuido y la Gran Recesión ha favorecido su descenso
y ha obligado a las personas a aceptar cualquier tipo de trabajo.

El crecimiento de trabajos con salarios bajos tendrá un impacto muy grande en los hijos de los
trabajadores, “actualmente 1 de cada 5 niños entre las edades de 12 a 17 vive en familias con ingresos
bajos”.

Un estudio realizado principalmente por Lisa Dodson del Boston College y Randy Albelda de la
Universidad de Massachusetts, revelo las consecuencias negativas que deben enfrentar los hijos de los
trabajadores que ganan salarios bajos.

Los trabajos con salarios bajos limitan la participación de los trabajadores en el desarrollo
de los niños. Muchos empleados de ingresos bajos trabajan largas horas, en horas inusuales, tienen
salarios inflexibles y no tienen beneficios, tampoco días pagos por enfermedad o vacaciones ni seguro
medico. Esto tiene como consecuencia que ellos no tienen la opción de dedicarle el mismo tiempo al
cuidado de sus hijos que los trabajadores con ingresos altos, lo cual los enfrenta a la decisión de escoger
entre su familia o sus ingresos. Es más frecuente que los trabajadores con ingresos bajos no puedan
involucrarse en las actividades de sus hijos en la escuela, o aún asegurar que sus hijos asistan todos los
días a la escuela y realicen en su totalidad las tareas. Los trabajos que realizan los padres de familia de
bajos ingresos, están asociados con altos niveles de depresión, que por supuesto afecta la salud emocional
de toda la familia.

Frecuentemente los niños de padres con salarios bajos se han visto obligados a trabajar desde temprana
edad, lo que puede tener impactos negativos en su socialización, desarrollo y desempeño en la escuela.
Aunque los estudios sobre los efectos del trabajo en la juventud tienen resultados mixtos –algunos
muestran resultados positivos en términos de experiencia, alfabetización e influencias sociales positivas
– múltiples investigaciones han encontrado una correlación negativa entre en qué edad los jóvenes
comenzaron a trabajar y su desempeño en la escuela secundaria. En una investigación de jóvenes que
abandonaron la escuela secundaria, el 29% afirmó que las preocupaciones familiares fueron la causa para
dejar la escuela. Las presiones a las que están expuestos los padres con salarios bajos pueden forzar a sus
hijos en edad temprana a asumir el rol de cuidadores de otros miembros de la familia o de si mismos.

Los hijos de padres con salarios bajos tienen mayores probabilidades de enfrentar dificultades en la
escuela. Los jóvenes que provienen de familias de bajos ingresos son 3 veces más propensos a abandonar
la escuela en comparación con jóvenes de familias de clase media, y a su vez son 6 más propensos que
jóvenes de familias con ingresos altos. Menos de la mitad de los jóvenes con bajos ingresos que están en
las edades de 18 a 24 años permanecen en contacto con la escuela o conectados con el mercado laboral.
En la educación superior, un artículo publicado en el 2010 encontró que tres cuartos de los estudiantes
definió sus familias como “la principal fuente de apoyo en la universidad” y “el lugar dónde ellos acuden
en busca de ayuda” – precisamente este es el tipo de apoyo que los trabajos con salario bajo impiden que
los padres den a sus hijos.

Estos compromisos pueden envolver a los padres en dificultades familiares o económicas. Muchas
veces el querer dejar un trabajo con salario bajo requiere que el empleado trabaje más horas o lo haga en
horarios inusuales, y esto es algo que los padres pueden hacer cada vez menos. Así se origina un círculo
vicioso en el que los padres tienen que sacrificar las necesidades de desarrollo de sus hijos para elevar la
calidad de vida de sus familias, o los padres rechazan empleos con salarios más altos precisamente porque
ellos no quieren dejar a sus hijos sin la atención que ellos necesitan.

Los niños de padres con salarios bajos están más en riesgo de tener problemas de salud, son más
propensos a sufrir de obesidad y las adolescentes tienden más a quedar embarazadas. Todo esto debido
a las exigencias que imponen los trabajos con salarios bajos en la participación de los padres en el
desarrollo de sus hijos.

Un salario digno y respeto en el trabajo podría contribuir a mejorar estos problemas. El impacto en la
sociedad sería tremendo, por ejemplo habrían más ingresos disponibles en los hogares, tendrían más
acceso a seguros médicos y tendrían más tiempo para disfrutar en familia.

Es por esto que los trabajadores y trabajadores del centro de Chicago están Luchando por 15.

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